MEMORIA Y MUERTE




Es mejor vivir sin saber cuando llegará el momento ya  que lo último que hagamos... será morir.
O por el contrario...
Poder ser consciente de la situación a tiempo y poder "burlar a la muerte" habiendo conseguido todos los propósitos.





 Vive la vida. Vívela en la calle
y en el silencio de tu biblioteca.
Vívela en los demás, que son las únicas
pistas que tienes para conocerte.
Vive la vida en esos barrios pobres
hechos para la droga y el desahucio
y en los grises palacios de los ricos.
Vive la vida con sus alegrías
incomprensibles, con sus decepciones
(casi siempre excesivas), con su vértigo.
Vívela en madrugadas infelices
o en mañanas gloriosas, a caballo
por ciudades en ruinas o por selvas
contaminadas o por paraísos,
sin mirar hacia atrás.
Vive la vida.
(Luis Alberto de Cuenca)



La vivo, ¡claro que la vivo!.
Eso no es difícil dentro de los límites que nos imponen (eso es otra cuestión a desarrollar), lo que me planteo es....
¿De cuanto dispongo?
¿10 días?; ¿100 días?; ¿1.000 días?; o tal vez... 10.000 días.
Porque el ejercicio de vivir varía mucho dependiendo la cifra, no es lo mismo, planear, sembrar, ilusionarse o esforzarse por conseguir los objetivos con los distintos tiempos que el destino nos brinde.
Y en el caso de disponer del dato:
¡Uff!, ¡ni imaginarlo quiero!. O si... (estoy escribiendo sobre la marcha, por eso dudo, o no, siempre dudaré).
Las cosas que dejaría de hacer dependiendo del tiempo que me quede y ¡cuantos actos pondría en marcha!, eso sí, siempre con la exasperación que el tiempo me marca.

Ninguna de estas dos opciones me es plenamente satisfactoria.





Llegando a este punto... No sé si tirarme al tren o al maquinista, sea lo que fuere, de ambas maneras.... veré la luz.


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