Días II

Suponías bien.
Esas letras las inspirabas tú.
Me alegra que pese al tiempo transcurrido; sigamos comunicando cuando lo deseamos.
Permiteme decirte  -aunque no tenga importancia- que no doy crédito a tus palabras escritas, ni a estas, ni a las otras ni a las de más allá (más que nada porque sabes bien que he leído las letras que me has permitido leer y ellas dicen que las diriges a diestro y siniestro desde lo más profundo de tu ser hacia cualquier dirección sin importar destino ni reacción ).
Eso ya no es significativo, estimado cofrade,  porque lo que yo discierno que hay en tu pensamiento,  es un ideal reflejado y bombardeado a hacia alguna persona dependiendo tus circunstancias.
No, no me lo tomes a mal, porque yo te quiero igual, como a ese sueño imposible que yo reflejé y bombardeé en ti.
Un ideal que no pudo ser porque ni tu ni yo quisimos dar o quien sabe, tal vez, por ser eso mismo, un sueño ideal, (posiblemente sea la opción b).
Dejame recordarte como aquel compañero de un viaje muy especial, singular y exclusivo que por lo extraordinario del recorrido merece un lugar especial. Por eso es, que de vez en cuando te evoco en el pensamiento preguntándome como transcurrirá tu vida.
Quien sabe, tal vez me estaré volviendo vieja.

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